El título de este artículo plantea un debate que está en boca de todos: ¿deberíamos usar herramientas de inteligencia artificial, como ChatGPT, en el aula? Este tema genera opiniones diversas entre docentes, estudiantes y expertos en educación. ¿Es un recurso valioso o una distracción más? Como docente, soy partidario de su uso, pero bajo determinadas circunstancias que garanticen un aprendizaje real y significativo.
Ventajas y desventajas del uso de la IA en clase
Es indiscutible que la inteligencia artificial ofrece múltiples ventajas. Puede proporcionar respuestas rápidas, ejemplos prácticos y un apoyo personalizado que otras herramientas no pueden igualar. Sin embargo, también conlleva ciertos riesgos. Si los estudiantes se limitan a copiar y pegar respuestas o soluciones, no estarán aprendiendo de verdad. El peligro radica en que la IA se convierta en una muleta, y no en un complemento del conocimiento.
La clave está en el uso responsable. Para aprovechar al máximo estas herramientas, los estudiantes necesitan una base sólida de conocimientos. Por ejemplo, al utilizar la IA para generar código, es esencial analizarlo, comprenderlo y, sobre todo, estudiarlo. Si no entiendes lo que estás haciendo, ese código no tiene valor alguno. En este sentido, la IA puede ser una aliada para reforzar conceptos, pero nunca debería sustituir el esfuerzo ni el aprendizaje activo.
La IA: una herramienta auxiliar, no la única solución
Podríamos comparar la llegada de la inteligencia artificial al aula con la irrupción de Google o plataformas como Stack Overflow para resolver problemas de código. En su momento, estas herramientas revolucionaron el acceso al conocimiento, pero no sustituyeron las fuentes tradicionales, como la documentación oficial, la bibliografía especializada o la experiencia de otros compañeros de profesión. La IA no debe ser diferente. Es simplemente una herramienta más en el repertorio del docente, una pieza del puzle educativo.
No debemos olvidar que, además de utilizar estas tecnologías, los estudiantes deben aprender a consultar la documentación oficial (por ejemplo, en el caso de Java), investigar en sitios web especializados o apoyarse en bibliografía de calidad. La experiencia compartida por otros docentes y profesionales también sigue siendo un recurso invaluable. En conjunto, todo esto construye un conocimiento robusto y duradero.
¿Cómo encajamos el uso de la IA en nuestro proyecto educativo?
En el ciclo de informática de grado superior, la inteligencia artificial se ha convertido en una herramienta que aporta un gran valor, especialmente al acelerar la curva de aprendizaje. En mi experiencia, tanto en la creación de contenidos como en su uso como herramienta auxiliar para revisar código, nunca he sentido que sustituyera el enfoque clásico de análisis de código o la creación de nuevos ejercicios. Por el contrario, sigo aprendiendo como docente a través de recursos tradicionales como la documentación oficial, canales de video, webinars y otras fuentes de conocimiento.
Sin embargo, en nuestras clases hacemos un uso limitado de la IA. Solo en ocasiones muy puntuales se permite su utilización, y está estrictamente prohibida tanto para realizar ejercicios como durante los exámenes. Esto se debe a que consideramos fundamental que los estudiantes desarrollen sus habilidades de manera autónoma, reforzando su comprensión y análisis sin depender de estas herramientas.
Conclusión: la inteligencia artificial como aliada educativa
El buen uso de la inteligencia artificial en clase no depende de la herramienta en sí, sino de cómo la empleemos. Como docentes, nuestra labor es guiar a los estudiantes para que utilicen estos recursos de manera crítica y consciente. Solo así podrán sacarles el máximo provecho sin perder de vista el objetivo principal: aprender.
En resumen, la inteligencia artificial puede ser un aliado poderoso en el aula, siempre y cuando se integre como una herramienta auxiliar, nunca como la única fuente de conocimiento. Como siempre, la clave está en el equilibrio.